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Tres hombres un pez, April 2022

[Three men One fish]

Calle Ramón Luján 78

Usera, Madrid - Spain

[SPA]

Tres hombres Un pez

 

Decía Elza Soares, intérprete y activista brasileña, en una punzante canción: “La carne más barata del mercado es la carne negra”. La canción hace referencia al tráfico negrero a las Américas, a la objetificación del cuerpo negro y al menosprecio que se tiene en la sociedad al valor de la vida negra. Lanzada en 1998, tristemente hasta el día de hoy, sus palabras hacen eco.

Me detengo sobre el concepto comparativo que se traza aquí respecto al valor de la vida. Al referirse a la carne negra, el cuerpo del sujeto se transforma en producto; un cuerpo pensado para ser muerto y consumido como alimento, presumiblemente de otros cuerpos. Esta brutal imagen plasma el mismo concepto de una sociedad racista: equiparándola con una estructura predatoria, aquel animal en el topo de la cadena alimenticia (el blanco) puede sacrificar a las vidas de sus presas para fortalecerse y perpetrar el statu quo.

Empiezo a pensar entonces: ¿Qué carne es esta? ¿A cuál animal consumido por Occidente nos están comparando? Supongo que a varios, dependiendo de su contexto. En Brasil quizás somos el ganado, grandes masas de animales que siguen a un pastor, criados para ser abatidos. En la frontera de EEUU con México, quizás los latinoamericanos seríamos el ciervo mulo que asustado corre, se esconde y se convierte en víctima de los coyotes del desierto. Y en Europa, pescados en el Mediterráneo en grandes cantidades, la carne negra podría ser el atún rojo, cuya tragedia viene señalada en el intenso color sangre.

La crisis migratoria europea, que tuvo mayor protagonismo mediático aquel año de 2015—año que vio una aguda escalada en números de personas intentando entrar en territorio europeo atravesando el Mar Mediterráneo, hasta alcanzar su pico en 2016—no ha terminado, ni muchísimo menos. Es más, si bien globalmente se asocia los peores momentos de esta crisis al recrudecimiento de la guerra en Siria, desde España sabemos que gran parte de la población que emigra hacia las costas españolas provienen de países africanos. Desde 2015, fueron más de 1,7 millones de personas africanas a intentar la ruta marítima hacia Europa y actualmente, se notifica a unas 23.860 personas como perdidas—y probablemente fallecidas en el intento—según la IOM (Organización Internacional para las Migraciones). El año 2021 vio un aumento de 41% en los perdidos o muertos en el Mediterráneo respecto al año anterior. De esto hay que hablar.

Pienso en el nivel de desaliento en que uno se encuentra para llegar a lanzarse al mar en una patera desbordada de gente. Habrá ahí cierto pensamiento de cardumen, la sensación de que, pase lo que pase, no estás solo. Al otro lado de esta moneda, están los grupos de salvamento marítimo, gubernamentales o no, que dedican su tiempo y tecnología a localizar y rescatar personas a la deriva. Es una especie de pesca, pero que está basada en valorar a la vida, y no el contrario.  Esta instalación opera a la vez como homenaje y crítica: homenaje a los esfuerzos de rescate de estos cuerpos; crítica a los sistemas internacionales de poder que mantienen ciertos países/regiones enteras supeditadas a otras, transformando los cuerpos negros en peces migratorios a ser pescados.

La instalación traza un paralelo entre el atún rojo y el inmigrante, ambos traídos al continente desde las costas españolas, especialmente en la costa sur de España. Mientras que la estatura del atún es aproximadamente la misma que la de un cuerpo humano, el peso del atún rojo pescado en estas costas equivale al triple del promedio para adultos de África, que ronda los 60 Kg. Es como si midiéramos en peso a tres hombres para cada pez. Este hombre-pez se ve representado en tres partes: Piel, carne y hueso. La piel: representada por una estructura de patera, construida al tamaño aproximado de un cuerpo adulto, revestida por una membrana. El látex, que los humanos utilizamos como segundas pieles—en guantes y prótesis y ropas sensuales—se convierte entonces en la piel brillante del pez, cuya forma siempre inspiró la arquitectura de embarcaciones. La carne: una silueta rojo sangre de hombre adulto, hecha en espuma de poliuretano. Esta carne que rellena nuestros muebles tapizados, aparatos de nuestra comodidad doméstica hechos para ser usados: para sentarte sobre ello, para recibir y soportar todo el peso de tu cuerpo, donde descansas tranquilo oprimiendo al suyo. Y finalmente, el hueso: una espina de atún hecha en armazón de hierro: la estructura interna de la construcción de nuestra sociedad moderna, en descubierto, siguiendo la línea de la espina dorsal de este hombre fragmentado.

Dependiendo de la perspectiva, las tres piezas se ven separadas. Si cambias tu punto de vista, colocándote frente a ellas, verás a las tres juntas, fundiéndose como tres partes de un mismo cuerpo. La expresión ‘de carne y hueso’ se utiliza para referirse a la realidad tangible de alguien—poder tocar a una persona que quizás solo interactúas o conoces en un plano ideológico. Se plasma, en realidad matérica, al ser humano que hubiera detrás de la estadística, de la masa, del mar.

- Dandara Catete

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